Cuestionado atributo,
tu contraparte que te tilda como débil.
Fútil consigna de esmero materno,
hogareño, de sacrifico laboral;
cual luz y agua para la más agraciada
y reluciente orquídea,
un milagro conceden tus entrañas:
dan vida.
Ubérrimo espacio consagrado,
dicha de savias pasadas y futuras.
Eres la residencia permanente
del deseoso pensar antagonista.
Aquel engendro del frenesí,
se acongoja por no poseer
tus caricias, tus besos,
tus afables abrazos.
Justo ingrediente:
se le otorga el tenor de pseudo fuerte
a tu tosco y grotesco contrario;
sin ti aquél puede ser,
pero al final es nada.
(pág. 9, del “Capítulo VI: Trova surtida”)
Deja un comentario