Las colorinas quieren
mi energía,
buscan mi pasión;
quieren disfrutar
una y otra vez,
no me dejan respirar.
Las rubias se nublan
con mi fragancia;
les gusta intoxicarse
con el aroma vertido
por mi traspiración.
Quieren que bañe todo su cuerpo.
Las trigueñas,
desean que las amase y esculpa
el mejor baguette;
quieren mantequilla
por sus piernas,
y mermelada de mora
entre sus pechos.
A las morenas trastorno,
las enloquezco,
me quieren para ellas solas;
el deleite las vuelve egoístas;
en días de agitada respiración,
masoquistas.
Distintos tonos
olores y sabores
en acuarela multicolores.
Pichanga aliñada de exquisiteces
con postre de tres leches.
¡Me quedo con la minuta completa!
(págs. 163-64, del “Capítulo: Amores de contrabando”)
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