“Pueblo siamés,
sobrevives al cáncer fundamentalista de imposición.
Una tierra prometida
se cruza con un dictamen de sumisión;
un suelo es entregado al último profeta.
¿Quién dice la verdad
incuestionable deípara deidad?
¿Te llamo Yahvé o Alá?
Contumaces designios
se disputan la santa potestad,
la gracia del divino superior;
con sangre de un lado piensan ofrendar y salvar;
del otro,
el pueblo escogido aprovecha la conmoción;
en pugna contra la insurrección
extiende la frontera y de más suelo se apodera.
Parece ser pretexto,
barata añagaza para conquistar.
Isralestina Isralestina,
imagen cristalina;
Isralestina Isralestina,
hoguera apagada con bencina;
agua mezclada con aceite
cual asado dorado con leche,
son tus dos proles
incongruentes entre sí.
Suelo de nacionalidad siamés,
suelo mielgo de perpetua
dialéctica disparatada”.
(Poemario 1, Extracto del poema: Isralestina, pág. 102, del “Capítulo III: ¿Dios o dios?”)
Deja un comentario