Yo está en mí,
tú está en ti,
pero nosotros está en ambos.
El yo y el tú se confunden;
el yo es con otros,
es tal para otros,
como los otros representan algo para él;
son en comunión.
Nadie puede ser sin un espejo,
sin verse reflejado en un vidrio.
El otro es mi yo en él cuando me mira;
receptor y emisor se distorsionan.
Ya lo han dicho muchos antes:
yo soy tú.

(Poemario 2, pág. 39, del “Capítulo II: Eso que llaman vida”)