¿Le tengo que pedir permiso a alguien para escribir?
¿Buscarle el parecer a un supuesto docto señor?
Irrumpo sin autorización,
invado los predios tomados por la ignorancia,
los feudos dominados por el oscurantismo de la autoridad;
desobedezco para conceder sapiencia a los demás,
para ultimar la opresiva falsa verdad;
porto el salvoconducto hermenéutico de la libertad,
el único pasaporte para hablar con propiedad:
la voz soberbia de la indignación.

(Poemario 2 pág. 15, del capítulo: “Preludio”)