– Hola
– Hola
– ¿Cómo te llamas?
– Tristeza; ¿y tú?
– Alegría.
– ¿A qué te dedicas?
– A reír; ¿y Tú?
– A llorar.
– ¿Por qué lloras?
– Por lo que me falta; ¿tú por qué ríes?
– Por lo que tengo.
– ¿Por qué me hablaste si somos tan distintos?
– Porque te puedo hacer feliz, regalarte un poco de mí.
– ¿Crees en el amor?
– Obvio, es lo más lindo en esta vida.
– Vete de aquí; eso es una mentira.
– Ahora entiendo porque lloras.
– ¿Y por qué se supone?
– Porque quieres.
– Tarado. Eres tú el que habla de fantasía.
– Eso es el amor.

(Poemario 2, pág. 221, “Capítulo XI: 100 palabras y otro par de cosas”)